Acabo de reocrdar una leyenda urbana que circuló en Madrid allá por el año 2004 después de los increíbles atentados de los trenes en Atocha, Santa Eugenia y El Pozo. Circularon gran cantidad de correos electrónicos en los que se hacía eco de una historia parecida a la siguiente: alguien conoce a alguien que tiene un primo cuyo amigo ayudó a un tío de aspecto sospechoso-musulmán dándole dos euros para completar el precio del parking o devolviéndole la cartera extraviada. Éste, como muestra de agradecimiento, le avisaba de que no pasara por algún sitio determinado de la capital (véase Puerta del Sol o similar) un día determinado porque el integrismo islámico volvería a actuar con una nueva masacre.
Qué ganas de tener a la gente acojonada. Y como siempre, viví algún caso en el que alguien me aseguraba que conocía a alguien que le pasó. Esto no es maldad, sino ganas de ser protagonista.