Seguro (segurísimo) que os habéis enterado por la prensa de la trama descubierta por el diario El País sobre diversos casos de espionaje de altos cargos del Partido Popular de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento de Madrid supuestamente ordenados por gente de la propia Comunidad de Madrid.
Es una vergüenza y más grave de lo que parece. La guerra eterna entre las dos facciones del PP en Madrid se representa ahora en forma de espionaje al más puro estilo KGB, Gallardón contra Aguirre, los blandos contra los duros. Vaya partido. Ante todo esto, se ha creado una comisión de investigación en el seno de la Comunidad. El problema es que dicha comisión está presidida y organizada por gente del propio Partido Popular, por lo que no creo que se esclarezca demasiado el tema que, según pasan los días, cada vez huele más a podrido.
Mientras la investigación judicial transcurre, Esperanza Aguirre se limita a reírse de todos nosotros y a tirar balones fuera. No puede ser que siempre estemos con el recurso de y tú más: ante las acusaciones de espionaje vertidas sobre su gente, la buena mujer se atreve a decir que si por algo se caracteriza al Partido Socialista es precisamente por el espionaje.
Ahora, tras unas fotos en una cazería del ministro de justicia y el juez Garzón (el que lleva el caso), el Partido Popular intenta desviar la atención hacia una conspiración contra su partido por parte del gobierno. Vale que la situación reflejada por las fotos podría haberse evitado (parecen tontos tanto Bermejo como Garzón), pero dudar de la justicia está muy feo.
No sé dónde acabará todo esto, pero espero que con los culpables en la cárcel y con el PP en su totalidad bien callado.