Ya sabéis que odio cosas, y que la gran mayoría de ellas os dan igual, o son cosas sin importancia para vosotros. Pero debéis reconocer que hay días en los que os molestan cosas que otros días os resbalan. Ésta podría ser una de ellas, pero como viene de quien viene, la molestia se convierte en odio e ira.
El uso del imperativo para la segunda persona del plural termina en d, de toda la vida, vamos, y no en r, eso es para el infinitivo, ¡cojones! Seguro que, si buceáis un poco por el blog encontraréis alguna falta de este tipo. Al menos no habrá sido por desconocimiento de la lengua, sino por descuido.