Quisiera destacar algo que ocurre con mucha frecuencia cada vez que arremete contra nuestro país uno de esos temporales que nos dejan tiritando. Y es que en los telediarios de todas las cadenas de televisión tienen la terrible manía de enviar a sus corresponsales más pringados al epicentro de la nevada, de la lluvia torrencial o del viento huracanado.
Al verles en la pequeña pantalla, el espectador pasa de la risa a la pena en pequeños intervalos de tiempo. Y digo yo, ¿qué necesidad habrá de putear al becario de turno? ¿No se puede hacer desde una cafetería la crónica pertinente? Y no sólo es el corresponsal, sino el cámara, que debe sufrir lo más rígido posible lo que se le viene encima. Creo que con unas cuantas imágenes hechas a cubierto nos valdría para hacernos una idea de lo que está pasando.